martes, 27 de diciembre de 2011

Cada conciencia funciona por sí misma

Recientemente descubrí gracias a una de las reacciones típicas de mi personalidad  que cada conciencia funciona por sí misma para sí misma. Parece algo críptico dicho así, pero es algo sumamente sencillo cuando uno repentinamente se observa desde fuera de su propia conciencia. Cuando uno es testigo de su mentalidad.

Cada conciencia personal o colectiva  es un campo de conciencia y energía.  Un campo morfogenético. La conciencia de un escarabajo no puede pensar como la de una lechuga. ¡Parece obvio pero no lo es! La mente de tu padre no puede pensar como la de tu hijo. Tu conciencia no puede pensar como la mía.  ¡Estamos separados por nuestros campos de conciencia personal!

Y cada conciencia se cubre a sí misma con sus pensamientos, se siente completa, busca la satisfacción en sí misma, hace lo posible para sobrevivir y protegerse de los otros campos de conciencia.  Tiene una función específica, y por ello simpatiza con unos tipos de conciencia y no empatiza con otros. Puede generar simbiosis, alimentarse de otros campos, pero siempre para confirmar su existencia, que delimitan de su propio campo morfogenético. Cada conciencia es lo que piensa.  Si eres una persona generosa no entenderás la avaricia; si eres vegetariano es normal que estés en contra de los carnívoros; y por eso a  un soldado no se le puede pedir empatizar con el enemigo, si antes no conecta con su propia humanidad, que es un campo de conciencia más amplio y abarcador.

Y es que cada conciencia se identifica con otros campos pero sólo en la medida que le sirven para sobrevivir, ¡para mantener su identidad! La identificacion es parte del mecanismo del campo para poder seguir existiendo. No se trata pues, de dejar de ser uno mismo, en sentido de despersonalizarse, sino de aceptar que nuestra conciencia personal es la que es, y que puede ser afinada con una conciencia mayor, con una mirada que podemos llamar espiritual, que no es nada más que una conciencia que no excluye ni rechaza nada porque abarca todos los campos como partes de sí misma. Como una madre considera a todos sus hijos respetando sus diferencias.

Pero por qué digo esto? Porque el único modo de liberarse de nuestro egocentrismo no es dejando de tener un ego, sino dejando de identificarse con nuestra personalidad! Tenemos un campo de conciencia personal, pero no somos ese campo. Y no vamos a cambiarla con un disfraz! Los campos no puedes ser transformados porque están cerrados con un sistema de pensamiento que si no pensaran como piensan ya no serían ellos mismos. Jonàs no quiere dejar de ser Jonàs! A eso lo llamamos muerte. La  evolución es sólo una adaptación del campo, no es una transformación de todo el organismo, como la metamorfosis de una mariposa.

Este reconocimiento interno puede ser una revolución para integración real de la coherencia, la  humildad y la autoaceptación. Algo muy liberador si lo miramos con profundidad. Por qué? Porque no podemos hacer nada. Nada-de-nada. Mi conciencia funciona por sí misma, igual que funciona mi aparato digestivo, mi corazón o mi metabolismo. Es un campo que se cuida de sí mismo, que funciona automáticamente. Que tiene su razones para existir tal como es, que busca lograr sus objetivos, satisfacer sus necesidades.

El problema llega cuando le atribuimos funciones que no tiene ni puede cumplir. Cualquier manipulación en mi sistema desajusta el equilibrio del campo, no lo ayuda realmente a transformarse. Es como una mutación, sigue siendo una lechuga pero sabe a remolacha. ¿Cuál sería la diferencia si seguimos siendo lo que no somos, más bonitos o más feos? Más azules o más delgados. El Ser que somos no es un campo de conciencia limitado porque no es algo que necesite adaptarse ni sobrevivir. Es universal. 


Si su pasado fuera tu pasado.
Si su dolor fuera tu dolor.
Si su nivel de conciencia fuera
tu nivel de conciencia.
Pensarías y actuarías exactamente
como él o ella.
Esta comprensión trae,
perdón, compasión y paz.
Eckhart Tolle.

Todas las cosas obran conjuntamente para el bien


miércoles, 14 de diciembre de 2011

Yo soy la causa del mundo que veo



Amar es incluir, es reconocer que el otro no está fuera de ti.  Si no lo incluyes, lo  estás negando.  La negación puede tomar muchas formas, pero básicamente da lugar a la culpa y al miedo.
La proyección es el mecanismo de defensa del ego para no sentir la culpa y el miedo. La culpa a veces es amortiguada por nuestros mecanismos de defensa, pero no resuelta. Hay que reconocer el mecanismo de defensa del ego para hallar la causa (el pensamiento) de la proyección. Hay que ir a la raíz de la culpa, teniendo en cuenta la conciencia colectiva, para poder sanarla (existe la culpa personal y la culpa sistémica, de la conciencia colectiva de tu grupo). La mente cree que a través de la culpa vas a expiar.
Hay un ego que es la personalidad individual. Pero compartimos un ego colectivo (conciencia colectiva del grupo al que perteneces) que te hará sentir inocente o culpable.  La proyección proviene de un movimiento mucho más amplio que tu persona, y tu diseño personal lo expresará de una forma determinada. El trabajo radica en reconocer y observar tus mecanismos de defensa, y conectar con lo que estás sintiendo realmente.  Traspasar el límite de la culpa es lo que te hace crecer. Los límites te hacen sentir seguro, pero si no los traspasas no creces ni asciendes en la conciencia.
Liberarse de las leyes del mundo implica un perdón profundo, hay que hacer un trabajo de honestidad radical.  Este entrenamiento es para trascender nuestra condición humana (no sólo las condiciones individuales/personales).  
La causa de la percepción eres tú. El mundo es un efecto de tu mente. Primero hay que reconocer la causa del mundo que ves (es un pensamiento de ataque, y para reconocerlo hay que ver el mecanismo de defensa); luego abandonarla, y  el Espíritu Santo hace el tercer paso. La responsabilidad de nuestra experiencia es nuestra. Si no reconocemos esto siempre estaremos en el primero de los dos pasos que nos corresponden a nosotros. No se necesita total disposición, pero sí ver que necesitamos ayuda para reconocer que un pensamiento es la causa y abandonar ese pensamiento.  
Sólo puedes recibir solución en la medida en que estás abierto al amor, y dispuesto a rendirte y ver que no tienes más necesidad de esto. El perdón permite la integración. Tú no perdonas, se perdona a través de ti.