martes, 15 de mayo de 2012

La voz verdadera

La emoción es un mensajero.

En nuestra mente existen muchas voces, todas crean un mundo imaginario, nos dan una percepción inventada, excepto una  que nos muestra un mundo real.

A la voz que obedecemos le ofrecemos nuestra vida. Y sabemos si escuchamos a la voz que nos cuenta la verdad por cómo nos sentimos.

¿Cómo me siento? Con esta pregunta te tomas el pulso para saber a qué voz estás escuchando.

Da igual si estás apático o furioso, si tienes un ligero malestar o estás profundamente deprimido, no existen niveles, en todos los casos estás escuchando una voz falsa. No es necesario dejar de oír las voces falsas, sólo identificarlas como tales y no creerlas.

Cuando te sientes en paz, ligero y expandido, es que escuchas a la verdad y no das credibilidad a las demás voces.

Cuando se muestren las emociones no las temas. Ellas te dan información, te indican qué voz crees. Cuando sientes te das cuenta de por dónde anda tu vida. Por eso es necesario tomarse el pulso constantemente -¿cómo me siento?-. De las voces no verdaderas de mi mente, ¿a cuál estoy dando crédito?

La unidad y el amor son lo único que proviene de la voz verdadera. Es un sentimiento de expansión, de ser grande, de abrazarlo todo. Si te sientes de un modo bello y armonioso, en paz y dicha, estás escuchando la voz de Dios.

Cuando el ego deja paso al amor todo en el mundo se tiñe de esta cualidad. Entonces, a las emociones que vienen del ego simplemente las observas y las vives, sin creértelas.