En el perdón reconocemos que no hay dualidad o separación. El perdón es la
disolución de las diferencias. El amor viene de perdonar. Los filtros mentales que te hacen percibir de
determinada forma es lo que has de perdonar.
Todo es una ilusión. Tú no
estás aquí, estás en otro lugar percibiéndote aquí.
El error es una ilusión.
La decisión de separarnos de Dios nos llevó a una experiencia de separación. La
creación, el universo, es una proyección o sueño de la mente universal. Este
universo multidimensional es ilusorio. El perdón te enseña que tus percepciones
no son reales, pero son el puente a la realidad, el camino a la transformación.
Tus errores no han
perjudicado tu esencia, no son reales. ¿Para
qué mirar los errores si no son reales? Porque primero hay que reconocerlos. La
percepción es el estado de conciencia que ocupas aquí y ahora. No hay que
negarlo ni tampoco defenderse. Podemos aceptar dónde estamos y desde allí mirar
más allá de nosotros mismos.
La acción correcta es el
fruto del perdón, del reconocimiento en la conciencia de tu responsabilidad, de
que si no estás en paz estás eligiendo el miedo.
A través del perdón vas a
desempeñar tu función. Tienes una función especial. La función es perdonar,
pero la forma en que la vas a desempeñar puede ser muy diferente. Es la forma
en que vas a ser feliz y vas a hacer feliz y extender el amor. El ser no tiene
roles. Tú eres el ser, la vida, la conciencia; no eres un rol, pero desempeñas un rol y lo honras.
Estamos en el buen camino
si es fácil. Sostener el ataque es difícil. Dejemos que la vida se lleve sola,
sin tener miedo de lo que va pasando. El milagro es el instante santo, es entregarnos
al amor. Deja que te lleve tu guía interno.
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