Comprometerse con la vida significa tomarla tal como es,
y que más allá de lo que nos suceda dejemos de luchar, contra la vida y contra
nosotros mismos.
Nuestra experiencia vital es una representación del
mundo. Al abrazarla tal como es estamos abrazando, perdonando al mundo. No se
trata de resignación ni de pretender transformar nuestra vida para que sea
mejor, sino de asentir a ella tal como es, observando nuestras resistencias,
sin tratar de estar feliz todo el tiempo.
Al conectarte a la vida pese a todo, estás llevado por la
corriente y las cosas se vuelven fáciles.
Tomar la vida como es, es igual a aceptarse uno mismo tal
como uno es. No desde el conformismo, que conlleva resentimiento, sino desde el
asentimiento a este momento.
Cuando estás conectado con la vida tomas el dolor cuando
lo hay. Aprendes en lugar de luchar y quedar resentido. Para una verdadera
transformación, primero tiene que haber aceptación, asentimiento a lo que ya
es. Y si hay dolor, confirmar el hecho de que te duele. Al reconocer lo que
está en ti tomas fuerza. Sobre eso uno se puede transformar, sobre el
autoengaño, en cambio, no.
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