miércoles, 26 de enero de 2011

La atención te libera.




 Usted es como el hombre en el cine, que ríe y llora con la película, aunque sabe muy bien que él está todo el tiempo en su butaca y que la película no es nada más que el juego de la luz. Es suficiente llevar la atención desde la pantalla a uno mismo para romper el hechizo. Cuando el cuerpo muere, el tipo de vida que usted vive ahora —una sucesión de aconteceres físicos y mentales— se acaba. Puede acabar ahora mismo —sin esperar a la muerte del cuerpo— es suficiente llevar la atención al Sí mismo y mantenerla ahí. Todo acontece como si hubiera un poder misterioso que crea y que mueve todo. Dése cuenta de que usted no es el movedor, solo el observador, y usted estará en paz.
Int: ¿Está ese poder separado de mí?
Mah: Por supuesto que no. Pero usted debe comenzar siendo el observador desapasionado. Solo entonces usted se dará cuenta de su ser pleno como el amante y actor universal. Mientras usted esté inmerso en las tribulaciones de una personalidad particular, usted no puede ver nada más allá de ella. Pero finalmente usted llegará a ver que usted no es ni lo particular ni lo universal —usted es más allá de ambos. Lo mismo que la minúscula punta del lápiz puede dibujar innumerables imágenes, así también el punto sin dimensiones de la presenciación dibuja los contenidos del vasto universo. Encuentre ese punto y sea libre.
Int: ¿De qué creo yo este mundo?
Mah: De sus propios recuerdos. Mientras usted es ignorante de usted mismo como el creador, su mundo es limitado y repetitivo. Una vez que usted va más allá de su autoidentificación con su pasado, usted es libre de crear un mundo nuevo de armonía y belleza. O usted simplemente permanece —más allá del ser y del no ser.
Int: ¿Qué quedará conmigo, si dejo que se vayan mis recuerdos?
Mah: Nada quedará.
Int: Tengo miedo.
Mah: Usted tendrá miedo hasta que experimente la libertad y sus bendiciones. Por supuesto, se necesitan algunos recuerdos para identificar y guiar al cuerpo y tales recuerdos permanecen, pero no queda ningún apego al cuerpo como tal; el cuerpo ya no es el terreno del deseo y del temor. Todo esto no es muy difícil de comprender y de practicar, pero usted debe estar interesado. Sin interés, no puede hacerse nada.
Habiendo visto que usted es un paquete de recuerdos sujetos por el apego, salga y mírelo desde fuera. Usted puede percibir por primera vez algo que no es recuerdo. Usted cesa de ser un señor fulano, ocupado en sus propios asuntos. Usted está por fin en paz. Usted se da cuenta de que nada ha estado nunca mal en el mundo —solo usted estaba mal y ahora todo ha terminado. Usted nunca más será atrapado en las redes del deseo nacido de la ignorancia.

Nisargadatta Maharaj


El observador.


Maharaj: Hay el cuerpo. Dentro del cuerpo parece haber un observador y fuera —un mundo bajo observación. El observador y su observación, así como el mundo observado aparecen y desaparecen juntos. Más allá de todo ello, hay el vacío. Este vacío es uno para todos.
Int: Yo solo veo el mundo, el cual incluye todo.
Mah: Incluso el «yo soy».
Int: Incluso el «yo soy». El «yo soy» está aquí, debido a que el mundo esta aquí.
Mah: Y el mundo está aquí, debido a que el «yo soy» está aquí.
Int:¿Qué es eso que usted experimenta, que le hace hablar a usted con tanta seguridad?
Mah: Yo me conozco a mí mismo como yo soy —atemporal, aespacial, acausal. A usted le acontece que no sabe —pues usted está absorbido en otras cosas.
Int: ¿Por qué estoy tan absorbido?
Mah: Debido a que usted está interesado.
Int: ¿Qué me hace interesado?
Mah: El temor del dolor, el deseo del placer. Lo agradable es el final del dolor y lo penoso el fin del placer. Ambos rotan en sucesión inacabable. Investigue el círculo vicioso hasta que se encuentre a usted mismo más allá de él.
Int: ¿No necesito su gracia para que me lleve más allá?
Mah: La gracia de su Realidad Interior está atemporalmente con usted. Su misma petición de gracia es un signo de ello. No se preocupe por mi gracia, pero haga lo que se le dice. La prueba de la seriedad es el hacer, no la espera de la gracia.
Int: ¿Sobre qué tengo que ser serio?
Mah: Investigue asiduamente todo lo que se cruza en su campo de atención. Con la práctica el campo se expandirá y la investigación se profundizará, hasta que devenga espontánea e ilimitada.
Int: ¿No está usted haciendo de la realización el resultado de la práctica? La práctica opera dentro de las limitaciones de la existencia física. ¿Cómo puede dar nacimiento a lo ilimitado?
Mah: Por supuesto, no puede haber ninguna conexión causal entre la práctica y la sabiduría. Pero los obstáculos a la sabiduría son profundamente afectados por la práctica.
Int: ¿Cuáles son los obstáculos?
Mah: Las ideas y los deseos erróneos que conducen a las acciones erróneas, causan disipación y debilidad de mente y de cuerpo. El descubrimiento y el abandono de lo falso, suprime lo que impide que lo real entre en la mente.
Int: Yo puedo distinguir dos estados de mente: «yo soy» y «el mundo es»; surgen y se sumergen juntos. Las gentes dicen: «yo soy, debido a que el mundo es». Usted parece decir: «El mundo es, debido a que “yo soy”». ¿Cuál es el verdadero?
Mah: Ninguno de ambos. Los dos son uno y el mismo estado, en el espacio y el tiempo. Más allá, hay lo atemporal.
Int: Usted dice que el mundo es el hijo del amor. Cuando yo sé los horrores de los que el mundo está lleno, las guerras, los campos de concentración, las explotaciones inhumanas, ¿cómo puedo reconocerlo como mi propia creación? Por muy limitado que yo sea, no podría haber creado un mundo tan cruel.
Mah: Encuentre a quién aparece este mundo cruel y usted sabrá por qué parece tan cruel. Sus preguntas son perfectamente legítimas, pero no pueden responderse a menos de que usted sepa de quién es el mundo. Para descubrir el significado de una cosa usted debe preguntar a su hacedor. Y yo le digo: usted es el hacedor del mundo en el que usted vive —solo usted puede cambiarlo, o deshacerlo.

 Nisargadatta Maharaj

Quien es el observador?

lunes, 24 de enero de 2011

Auto Perdón


¿Qué culpa?, preguntas. Todas las emociones negativas de tu vida surgen de la tu culpabilidad/ vergüenza inconsciente, que debe ser llevada a la consciencia para poder deshacerte de ella.

Tus sentimientos de inadecuación o indignidad generan miedo al castigo. Si crees que hay algo malo en ti, o que has hecho algo malo, tendrás miedo a ser castigado, te defenderás de todo ataque imaginario. En cuanto sientas que alguien cuestiona tu valía, estarás dispuesto a apretar el gatillo.



Todo este escenario de culpabilidad y punición sólo está en tu propia mente. Si lo proyectas, incluirás en él a otros y entonces tendreis que resolver la situación juntos. Esto no hace sino aumentar el grado de dificultad. Es improbable que puedas resolver algo con otra persona cuando ni siquiera eres consciente de tu complicidad en el evento.

Más vale empezar por tomar conciencia de tus propios pensamientos. Pues no solo descubrirás que la culpabilidad está en la raíz de todo sufrimiento , también descubrirás que necesitas perdonarte a ti mismo. Sin auto-perdon, no hay liberación de la culpa. De modo que el drama de la redención también ocurre únicamente en tu propia mente.

Amor Sin condiciones
Paul Ferrini


domingo, 23 de enero de 2011

¿Qué es un Milagro?


Un milagro es una corrección. No crea, ni cambia realmente nada en absoluto. Simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso. Corrige el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función del perdón. Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo. No obstante, allana el camino para el retorno de la intemporalidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo. (L-pII.Pregunta 3.1)

El milagro corrige, no crea. No hace nada nuevo, simplemente hace un ajuste a una evaluación errada de lo que ya es. Como dice la Lección 341, ya somos inocentes. No hace falta que lleguemos a ser inocentes. Lo único que necesitamos hacer es poner fin al ataque a nuestra propia inocencia. Pensamos en el milagro como si fuera un cambio asombroso en la forma que son las cosas. Pero un milagro, según la manera de ver del Curso, no cambia nada. Simplemente quita la percepción falsa. Remueve la apariencia externa de pecado y culpa con que hemos recubierto nuestra inocencia, y revela la inocencia inmutable que hemos intentado ocultar. Un milagro muchas veces tiene efectos externos, aunque no siempre:
Los milagros son expresiones de amor, pero puede que no siempre tengan efectos observables. (T.1.I.35.1:)
Cuando hay tales efectos, algo en la ilusión parece cambiar, muchas veces drásticamente. Alguien que estuvo enfermo mejora. Dos personas en guerra hacen las paces de repente. Sin embargo ese es el efecto del milagro, no el milagro en sí. El efecto simplemente revela en la forma lo que siempre ha sido verdad en realidad - la persona "enferma" siempre estaba íntegra, los amigos "en guerra" siempre estaban unidos como una sola mente. El efecto observable nos muestra que la forma nunca había sido real en primer lugar; pero el milagro es la percepción que lo vio antes de que fuera un efecto observable, y al darse cuenta de la falsedad de la ilusión, cambió la ilusión.
El milagro "simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso" (1:3).
El milagro observa la ilusión, y le hace recordar a la mente que es una ilusión. Vemos la "devastación" en este mundo, pero el milagro nos recuerda que lo que vemos es falso. Vemos a la mente de la persona retorcida de culpa: el milagro nos recuerda que la culpa es tan irreal como sus efectos aparentes, y nos permite ver la integridad de la persona y la inocencia detrás de la ilusión que presentan al mundo.
El milagro "corrige el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función del perdón" (1:4) Un milagro se relaciona con la percepción, y no con la revelación directa. Causa un cambio en mi percepción, deshaciendo mis errores perceptuales. "El contenido perceptual de los milagros es la plenitud. De ahí que puedan corregir, o redimir la errada percepción de carencia" (T-1.I.1:1-2).
Cuando mi mente tiene la experiencia de un milagro, yo veo plenitud en lugar de carencia. Con respecto al "pecado," que es una percepción de falta de amor en alguien, el milagro causa que vea su amor en lugar de su "pecado." Lo veo pleno, en lugar de carente. El milagro deshace mi error, pero no intento ira más allá de ello. Los milagros ocurren dentro del contexto de la percepción y del tiempo; no tratan de llevarme al dominio del conocimiento y de la eternidad. Corrigen mi percepción pero no dan conocimiento. "Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo" (1:5). El Curso repite este punto una y otra vez; debe ser importante ¿Qué es lo que lo hace importante para nosotros? Esto: cuando recurrimos a un camino espiritual, podemos volvernos demasiado ansiosos. Queremos que un milagro traduzca inmediatamente al reino de puro espíritu. Queremos todo ya. Pero no podemos hacer una transición directamente de la percepción falsa al conocimiento puro. Tenemos que pasar por la etapa de la percepción corregida. No podemos saltear pasos. El Texto lo dice claramente: "la percepción tiene que ser corregida antes de que puedas llegar a saber nada" (T-3.III.1:2). Para eso son los milagros: para corregir nuestra percepción.
Una vez que nuestra percepción se corrige, Dios nos puede llevar el resto del camino, desde la percepción al conocimiento. "Una percepción redimida se convierte fácilmente en conocimiento, pues sólo la percepción puede equivocarse y la percepción nunca existió." (T-12.VIII.8.6)
"No obstante, [el milagro] allana el camino para el retorno de la intemporalidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo" (1:6).

El "benevolente remedio" del milagro, al corregir nuestra percepción, "allana el camino" para un retorno al conocimiento total. Sin deshacer nuestra falsa percepción, resistiremos el conocimiento y rechazaremos el amor; le tendremos miedo.
Nuestra percepción retorcida del amor, por ejemplo, cree que el amor significa sacrificio, y que el amor total significaría sacrificio total. Por lo tanto nos escapamos de él; le tememos. Hace falta cambiar tales percepciones antes siquiera de tener la voluntad de permitir que el amor verdadero despierte en nosotros. Debido a que el milagro quita el miedo, abre el camino al amor. Pone fin a nuestra resistencia; remueve la interferencia.

Párrafo 2

En el milagro reside el don de la gracia, pues se da y se recibe como uno. Y así, nos da un ejemplo de lo que es la ley de la verdad, que el mundo no acata porque no la entiende. El milagro invierte la percepción que antes estaba al revés, y de esa manera pone fin a las extrañas distorsiones que ésta manifestaba. Ahora la percepción se ha vuelto receptiva a la verdad. Ahora puede verse que el perdón está justificado. L-pII.13.2:1-5
Una de las lecciones que más se repiten en todo el Curso es que dar y recibir son lo mismo: "Dar y recibir son en verdad lo mismo" (L-pI.108.Título). Esta lección, una de las más básicas que el Espíritu Santo nos quiere enseñar (es la primera lección del Espíritu Santo en el Capítulo 6: "Para poder tener, da todo a todos—" T-6.V(A).5:13), es también uno de los más difíciles de aprender porque es la antítesis de nuestra forma normal de pensar.
"En el milagro reside el don de la gracia, pues se da y se recibe como uno" (2:1).
Para recibir un milagro, lo debemos dar; para darlo, debemos recibirlo. Recibir un milagro y dar un milagro son una sola cosa, no dos. La mayoría nos enroscamos tratando de descifrar si debo perdonarme a mí mismo primero para poder perdonar a otro, o si tengo que perdonar primero a la otra persona antes de poder perdonarme yo. La respuesta es, ninguna de las dos, y ambas cosas.
Para poder perdonarte tienes que perdonar a la otra persona, pero para perdonar a la otra persona, debes perdonarte. Es lo mismo. Parecen ser dos acciones distintas pero no lo son; son una sola acción porque mi hermano y yo somos un solo Ser. Muchas veces parecerá, dentro del tiempo, que una precede a la otra, pero en realidad, ambas suceden simultáneamente. "Y así, nos da un ejemplo de lo que es la ley de la verdad, que el mundo no acata porque no la entiende" (2.2). La "ley de la verdad" es, creo, la misma que la "ley del amor" que se menciona en el título de la Lección 344: "lo que le doy a mi hermano es el regalo que me hago a mí mismo." Si nos apropiáramos de este único pensamiento completamente, estaríamos ya fuera de todo esto, poniéndole fin al programa de estudios.
Un milagro nos da un ejemplo de la ley de la verdad; nos da una representación gráfica y una demostración de ella. Cuando le doy un milagro a un hermano, estoy observando su devastación y dándome cuenta que lo que veo es falso (1:3). Estoy viendo su plenitud en lugar de la ilusión de su carencia. Cuando yo veo eso en otra persona les hace recordar que lo vean por sí mismos, si lo desean. Y cuando ellos reciben el milagro, recibo una bendición. Recuerdo quien soy. El mundo no obedece esta ley, ni lo entiende. Desaprender el modo de pensar del mundo acerca de este tema es lo que el Curso llama "el des-hacimiento del concepto de obtener" (T-6.V(B).3:1). A esto lo llama el primer paso en la inversión de nuestro pensamiento del ego. Los milagros son importantes para nosotros porque ilustran esta ley; nos ayudan a conocer, por experiencia, que dar es recibir; que yo preservo lo que quiero al darlo.
Entonces las percepciones que he aprendido del ego están al revés; un milagro invierte esas percepciones y las endereza de nuevo. Tal vez esta sea una referencia a la forma en que funciona la vista física. En la vista física, la imagen proyectada por la lente de nuestros ojos sobre la retina en realidad está al revés. La mente literalmente aprende a ver la imagen al revés como una imagen enderezada. En un experimento en que se entregaron anteojos que invertían la imagen, de modo que quedaba enderezada en la retina, la mente vio todo al revés. Después de unos días, sin embargo, la mente se ajustó y vio todo enderezado de nuevo.
Cuando se quitaron los anteojos, esa gente ahora veía las cosas al revés. La percepción que lo que doy lo pierdo, por ejemplo, es totalmente al revés; la verdadera percepción me demuestra que lo que doy lo preservo. Percibimos lo que es falso, pero la mente ha aprendido a interpretarlo como la verdad. Vemos ilusiones y pensamos que son reales; creemos que la realidad es la ilusión. Tememos el amor, y amamos el miedo. Pensamos que la culpa es buena, y que la inocencia es culpabilidad. Un milagro invierte todo esto; corrige nuestra percepción, invirtiendo nuestra comprensión. El cambio en la percepción es lo que pone fin a las extrañas distorsiones que ésta manifestaba (es decir, que aparezcan en la forma).
"Ahora la percepción se ha vuelto receptiva a la verdad" (2.4). Cuando el milagro invierte mi percepción, y pone fin a la distorsión, soy capaz de percibir la verdad de nuevo (o su reflejo preciso). Hasta que la percepción se corrija, la verdad no puede entrar. "Ahora puede verse que el perdón está justificado" (2.5). Ésta tal vez sea la inversión más dramática de todas. Una de las ideas más radicales en el Curso es que el perdón está justificado. Si pensamos en el perdón desde la perspectiva del ego, suponemos que es dejar que alguien salga del atolladero sin motivo, "de lo bondadosos que somos." El Curso dice que hay razones de sobra para perdonar. Está plenamente justificado (ver T-30.VI.2:1). Lo que es injustificable es el juicio, la condena, y el enojo (ver T-30.VI.1:1). Esto no es algo que simplemente se aprende o al que uno llega por lógica (aunque sea totalmente lógico).
Cuando vemos nuestra condena de alguien como algo justificado, esa es sólo la forma en que lo interpretamos. Tratar de razonar hasta que lo veamos distinto no funciona. Tampoco podemos convencernos que "deberíamos" hacerlo. Si tratamos de forzarnos a "perdonar" mientras todavía vemos culpa, vamos a sentir que nos estamos traicionando. Al dar la percepción al Espíritu Santo y pedir ver como Él, Él te otorga Su percepción. Sencillamente salta a la mente. De repente ya no ves (literalmente) ningún motivo para condenar, mas razones de sobra para dar amor. Tu enojo, perfectamente justificado hace un momento, ahora parece impensable. Es como el cambio que ocurre al mirar un cuadro de Ojo Mágico (donde se oculta una imagen de 3-D en un cuadro de dos dimensiones) o de ilusión óptica (como en la que se puede ver alternativamente tanto una copa de vino como dos caras mirándose). Lo ves de una manera; de repente lo ves de la otra manera. Y cuando lo ves de una manera no lo puedes ver de la otra. Así mismo es el milagro. Invierte tu percepción. Lo veías de una manera; ahora lo ves de la otra. No puedes "hacer" que suceda, pero cuando sucede, te das cuenta.

Párrafo 3

El perdón es la morada de los milagros. Los ojos de Cristo se los ofrecen a todos los que Él contempla con misericordia y con amor. La percepción queda corregida ante Su vista, y aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir. Cada azucena de perdón le ofrece al mundo el silencioso milagro del amor. Y cada una de ellas se deposita ante la Palabra de Dios, en el altar universal al Creador y a la creación, a la luz de la perfecta pureza y de la dicha infinita. L-pII.13.3:1-5
Un milagro corrige la percepción, y los milagros viven en el perdón. Cuando miramos con los ojos de Cristo, vemos con compasión y en amor; vemos con perdón. Y luego "entregamos" milagros a todos los que vemos con esta percepción corregida. No es sólo que algo cambia dentro de la mente, no es sólo que se altera nuestra percepción: hay algo que se comunica o "entrega" desde nosotros a aquellos a quienes miramos. Según esto, y en muchos lugares en el Curso, un milagro parece incluir un aspecto en que algo pasa desde mi mente que perdona a la mente de otros. Se dice que los milagros son "interpersonales" (T-1.II.1:4).
Cuando acepto el perdón en mi mente, para mí u otro, se extiende a otros. De hecho, es al extenderlo que lo acepto:
"Los milagros son expresiones naturales de perdón. Por medio de los milagros aceptas el perdón de Dios al extendérselo a otros." (T-1.I.21:1-2)
La frase "aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir" me hace acordar la historia de la Biblia, la de José y sus hermanos. Debido a que José era el favorito del padre, sus hermanos, celosos, lo vendieron como esclavo en Egipto. Pero José, debido a su habilidad de interpretar los sueños del Faraón, ascendió al poder en Egipto. Muchos años después, en una hambruna, su familia llegó a Egipto buscando alimento, y José era el hombre que controlaba el suministro de alimentos. En lugar de tomar venganza, José les dijo:
Dios me envió para preservar la vida... no fueron ustedes los que me enviaron aquí, sino Dios... Ustedes quisieron hacerme un mal, pero Dios lo convirtió en un bien. (Gen 45:5, 8; 50:20)
Cuando verdaderamente hemos recibido el perdón en el corazón, podremos ver las bendiciones aun en las acciones de los demás que tienen intención de lastimar. "Aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir." Encontramos que, como dice el Texto:
"Debes estarle agradecido tanto por sus pensamientos de amor como por sus peticiones de ayuda [es decir, lo que normalmente vemos como sus ataques], pues ambas cosas, si las percibes correctamente, son capaces de traer amor a tu conciencia" (T-12.I.6.2).
Y esa clase de percepción es ciertamente un milagro.
"Cada azucena de perdón le ofrece al mundo el silencioso milagro del amor" (3:4).
El amor es el verdadero milagro. "Los milagros ocurren naturalmente como expresiones de amor.
El verdadero milagro es el amor que los inspira. En este sentido todo lo que procede del amor es un milagro" (T-1.I.3:1-3).
El símbolo de la azucena representa un regalo de perdón que le ofrezco a un hermano o hermana. Cada vez que ofrezco este regalo, estoy ofreciendo el Amor de Dios al mundo entero. Estoy abriendo una compuerta y permitiendo que el Amor fluya al mundo a través mío. Por donde pase ese río de Amor, surge la vida; y ese es el milagro. "Y cada una de ellas [azucena] se deposita ante la Palabra de Dios, en el altar universal al Creador y a la creación, a la luz de la perfecta pureza y de la dicha infinita" (3:5). Mi regalo de perdón que doy a mi hermano también es un regalo a Dios. Mi gratitud a mis hermanos es mi regalo a Dios. Al reconocer Su creación, Lo reconozco a Él. La apertura a esta corriente de Amor es la fuente de perfecta pureza y dicha infinita. No hay nada tan dichoso como un corazón amoroso.

Párrafo 4

Al principio el milagro se acepta mediante la fe, porque pedirlo implica que la mente está ahora lista para concebir aquello que no puede ver ni entender. No obstante, la fe convocará a sus testigos para demostrar que aquello en lo que se basa realmente existe. Y así, el milagro justificará tu fe en él, y probará que esa fe descansaba sobre un mundo más real que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido de lo que tú pensabas que se encontraba allí. L-pII.13.4:1-3
Fe. Sí, Un Curso de Milagros pide fe, por lo menos al principio. "Al principio el milagro se acepta mediante la fe." Este es un significado bastante tradicional que de la palabra "fe." El Diccionario lo define como "Creencia que no descansa en una prueba lógica ni evidencia material." Y eso es lo que se nos pide. Se nos pide que recibamos el milagro (el cambio de percepción, la visión de la inocencia de nuestro hermano) sin ninguna "prueba o evidencia material." Se nos pide que observemos la devastación (como la enfermedad, o el daño causado por las acciones no amorosas de alguien) y que creamos que lo que vemos es falso - sin "evidencia material."
Esto no es fácil de hacer, creer en algo que no podemos ver. Sin embargo, si nuestra percepción falsa nos ha cegado para no ver la realidad, y lo que ahora percibimos son proyecciones de nuestras propias mentes en lugar de la verdad, entonces obviamente la verdad es ahora algo que no vemos. Y considerando que es la mente la que elige ver lo que vemos, la mente debe cambiar antes de que podamos percibir correctamente. Debemos elegir un cambio en la mente antes de poder ver la evidencia, porque, a fin de que el milagro se manifieste, la mente debe primero "estar ... lista para concebir aquello que no puede ver ni entender". En otras palabras, debemos elegir con fe; debemos decidir que deseamos ver algo que no vemos ahora y algo que no podemos entender.
Esto me recuerda mucho esas primeras lecciones en el Libro de Ejercicios, Lecciones 27 y 28: "Por encima de todo quiero ver" y "Por encima de todo quiero ver las cosas de otra manera". Esa es la elección que hay que tomar antes de poder ver. Debemos querer ver a fin de poder ver. Esa es la fe de la que se habla acá. Es una elección, una decisión que tomamos. Debemos querer ver la inocencia de nuestro hermano. Debemos querer sólo el amor. Debemos tener la voluntad de ver las cosas de otra manera. Solo entonces veremos los milagros. Debe haber fe antes que un milagro: el deseo de verlo, la elección de pedir lo que ahora no podemos ver, y creer que es falso lo que nos muestra nuestra percepción generada por el ego. Pero cuando esa fe surge, cuando nos volvemos orientados hacia los milagros, esa fe producirá su propia reivindicación:
"No obstante, la fe convocará a sus testigos para demostrar que aquello en lo que se basa realmente existe" (4:2).
Cuando pongo mi fe en un milagro, habrá evidencia/testigos/pruebas de que realmente existe aquello en lo que he puesto mi fe. Por ejemplo, cuando tengo la voluntad de mirar más allá del ego de mi hermano y veo la llamada de Dios en él, algo sucederá que me demuestra que el pedido de Dios en él realmente está ahí. Tal vez mi perdón causará su gratitud. A lo mejor mi respuesta de amor se retribuirá con más amor. Quizá veré un destello de luz en alguien que nunca hubiese sospechado. La fe traerá sus testigos.
"Y así, el milagro justificará tu fe en él, y probará que esa fe descansaba sobre un mundo más real que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido de lo que tú pensabas que se encontraba allí" (4:3).
Mi voluntad de creer en la presencia del amor me mostrará la presencia del amor. Veré lo que elijo ver. Veré que el mundo del espíritu es más real que el mundo de mera materia. La enfermedad dará paso a la salud. La tristeza será reemplazada por dicha. El miedo se transformará en amor. Y donde pensé que veía pecado y maldad, veré santidad y bondad.
Es la transformación de mi mente la que causa un mundo diferente. Es mi tendencia a invitar al milagro la que abre el camino para que suceda. Los cambios que veo en el mundo no son el milagro; son sus efectos. El milagro trae sus testigos; revela un mundo distinto del que pensé que era. Primero, sin embargo, el cambio de mentalidad, la fe. Luego los testigos de la fe, que la justifican, la validan.

Párrafo 5

Los milagros son como gotas de lluvia regeneradora que caen del Cielo sobre un mundo árido y polvoriento, al cual criaturas hambrientas y sedientas vienen a morir. Ahora tienen agua. Ahora el mundo está lleno de verdor. Y brotan por doquier señales de vida para demostrar que lo que nace jamás puede morir, pues lo que tiene vida es inmortal. L-pII.13.5:1-4
En imágenes escuetos, esta sección se refiere a nuestro mundo como "un mundo árido y polvoriento, al cual criaturas hambrientas y sedientas vienen a morir" (5:1). El Curso dice, más de una vez, que vinimos a este mundo a fin de morir; buscamos la muerte al venir a un lugar donde todo muere. Por ejemplo, "Viniste a morir, por lo tanto, ¿qué puedes esperar, sino percibir los signos de la muerte que buscas?" (T-29.VII.5.2) "El factor motivante de este mundo no es la voluntad de vivir, sino el deseo de morir" (T-27.I.6.3). Vinimos debido a la culpa, creyendo en nuestro propio pecado y buscando nuestro propio castigo. Vinimos porque de alguna manera, en la lógica retorcida del ego, la muerte es la prueba suprema de nuestro éxito al separarnos de Dios. Hicimos este mundo como un lugar en el cual morir, y luego vinimos a morir en él.
Pero los "milagros son como gotas de lluvia regeneradora que caen del Cielo" sobre esta tierra reseca que hemos fabricado, y los milagros lo convierten en un paraíso.
"Ahora tienen agua [las criaturas hambrientas y sedientas, que somos nosotros]. Ahora el mundo está lleno de verdor" (5:2-3).
Por lo tanto los milagros transforman el mundo de muerte que fabricamos en un lugar de vida. El Capítulo 26 del Texto, en la Sección IX (Pues Ellos han llegado) extiende las mismas imágenes:
"La sangre del odio desaparece permitiendo así que la hierba vuelva a crecer con fresco verdor, y que la blancura de todas las flores resplandezca bajo el cálido sol de verano. Lo que antes era un lugar de muerte ha pasado a ser ahora un templo viviente en un mundo de luz. Y todo por Ellos. Es Su Presencia la que ha elevado nuevamente a la santidad para que ocupe su lugar ancestral en un trono ancestral. Y debido a Ellos los milagros han brotado en forma de hierba y flores sobre el terreno yermo que el odio había calcinado y dejado estéril. Lo que el odio engendró Ellos lo han des-hecho. Y ahora te encuentras en tierra tan santa que el Cielo se inclina para unirse a ella y hacerla semejante a él. La sombra de un viejo odio ya no existe, y toda desolación y aridez ha desaparecido para siempre de la tierra a la que Ellos han venido" (T-26.IX.3:1-8).
Nos abrimos a los milagros cuando nos abrimos al perdón y al amor, cuando nos abrimos a Dios. "Ellos" en este Texto se refieren a la faz de Cristo (la visión de la inocencia de nuestros hermanos) y la memoria de Dios. Cuando nos permitimos ver la faz de Cristo en nuestros hermanos, la memoria de Dios regresa a nosotros. Cuando ello sucede, la tierra "calcinada y estéril" de este mundo se transforma en un jardín, un reflejo del Cielo.
A medida que abrimos nuestras vidas a los milagros, el mundo se transforma. "Y brotan por doquier señales de vida para demostrar que lo que nace jamás puede morir, pues lo que tiene vida es inmortal" (5:4).
Los milagros demuestran la inmortalidad. No la inmortalidad del cuerpo, sino la inmortalidad del amor, que es lo que somos ["Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres." (T-6.I.13.2) "Sólo lo eterno puede ser amado, pues el amor no muere." (T-10.V.9.1)] Es la inmortalidad del pensamiento, y el Curso también enseña que nosotros somos el eterno Pensamiento de Dios, inmutable. El Curso afirma con audacia que la muerte no existe, que la vida y la inmortalidad son sinónimos ("lo que tiene vida es inmortal"). Mediante esa lógica, entonces, el cuerpo no debe tener vida, porque no es inmortal, y por eso el Curso enseña: "No nace ni muere" (T-28.VI.2.4). "El cuerpo ni vive ni muere porque no puede contenerte a ti que eres vida" (T-6.V.A.1.4).
Los milagros nos demuestran que no somos cuerpos, que la mente es más fuerte que el cuerpo o que es primario:
"Si la mente puede curar al cuerpo, pero el cuerpo no puede curar a la mente, entonces la mente tiene que ser más fuerte que el cuerpo. Todo milagro es una demostración de esto" (T-6.V.A.2:6-7).
Nos demuestra lo que somos — mente, pensamiento, idea, amor — tiene vida y es inmortal.

Allen Watson

miércoles, 12 de enero de 2011

El mundo no tiene sentido.

El Mundo no tiene sentido , no hay porqué disgustarse...

Lección 12 de UCDM:
Estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene significado.

La importancia de esta idea radica en el hecho de que contiene la corrección de una importante distorsión perceptual. Piensas que lo que te disgusta es un mundo aterrador o un mundo triste; un mundo violento o un mundo demente. Todos esos atributos se los otorgas tú. El mundo de por sí no tiene significado.

Estos ejercicios deben hacerse con los ojos abiertos. Mira a tu alrededor, esta vez muy lentamente. Trata de seguir un ritmo tal, que el lento pasar de tu mirada de una cosa a otra sea a intervalos de tiempo bastante similares. No permitas que el lapso de tiempo empleado para pasar de una cosa a otra sea ostensiblemente más corto o más largo; trata, en cambio, de mantener un compás medido y parejo a lo largo de todo el ejercicio. Lo que veas no importa. Te enseñas esto a medida que le prestas la misma atención y le dedicas el mismo tiempo a cualquier cosa sobre la que tu mirada se pose. Éste es uno de los pasos iniciales en el proceso de aprender a conferirles a todas las cosas el mismo valor.

A medida que mires a tu alrededor, di para tus adentros:

Creo ver un mundo temible, un mundo hostil, un mundo peligroso, un mundo triste, un mundo perverso, un mundo enloquecido,     y así sucesivamente, usando cualquier término descriptivo que se te ocurra. Si se te ocurren términos que parecen ser positivos en vez de negativos, inclúyelos también. Podrías pensar, por ejemplo, en "un mundo bueno" o en "un mundo agradable". Si se te ocurren términos de esa índole úsalos junto con los demás. Es posible que aún no entiendas por qué esos adjetivos "buenos" forman parte de estos ejercicios, pero recuerda que un "mundo bueno" implica uno "malo", y uno "agradable" implica uno "desagradable". Todos los términos que te vengan a la mente son adecuados para los ejercicios de hoy. Su aparente valor no importa.

Asegúrate, al aplicar la idea de hoy, de no alterar la duración de los intervalos de tiempo entre lo que piensas que es agradable y lo que piensas que es desagradable. Para los efectos de estos ejercicios, no hay diferencia alguna entre una cosa y otra. Al final de la sesión de práctica, añade:

    Pero estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene significado.

Lo que carece de significado no es ni bueno ni malo. ¿Por qué, entonces, habría de disgustarte un mundo que no tiene significado? Si pudieses aceptar al mundo como algo que carece de significado y dejar que en lugar de lo que tú crees la verdad se escribiese en él por ti, ello te llenaría de una felicidad indescriptible. Pero precisamente porque carece de significado te sientes impulsado a escribir en él lo que tú quisieras que fuese. Eso es lo que ves en él. Eso es lo que en verdad no tiene significado. Bajo tus palabras está escrita la Palabra de Dios. La verdad te disgusta ahora, pero cuando tus palabras hayan sido borradas, verás la Suya. Ese es, en última instancia, el propósito de estos ejercicios.


martes, 11 de enero de 2011

La oración es el vehículo de los milagros.


La oración es el vehículo de los milagros. Es el medio de comunicación entre lo creado y el Creador. Por medio de la oración se recibe amor, y por medio de los milagros se expresa amor.

Este principio introduce la idea de la oración, una palabra que no se usa a menudo en el Curso. Generalmente, el trato que el Curso le da a la oración se relaciona con la idea de petición, de orar por algo o por alguien. Con frecuencia, esa es la manera en que Un curso en milagros utiliza la palabra "oración" y, como dice más adelante en el texto, "la única oración que tiene sentido es la del perdón porque los que han sido perdonados lo tienen todo" (T-3.V.6:3). Una vez que usted le pide a Dios porque ocurra algo en el nivel del cuerpo, bien sea el suyo o el de otra persona, está haciendo real al cuerpo y al mundo, lo cual significa que usted está cayendo en la trampa del ego. Como vimos antes, básicamente usted le dice a Dios lo que tiene que hacer. Está diciéndole a Dios: "Este es mi problema," o "Quiero que Te encargues de esto y espero que lo hagas." Ese es otro ejemplo de la arrogancia del ego el cual usurpa el lugar de Dios.

Así que cuando el Curso dice que "la única oración que tiene sentido es la del perdón," está señalando que por lo único que debemos orar es porque nuestras mentes se sanen de la manera de pensar del ego y que cambien a la manera de pensar del Espíritu Santo. En efecto, es lo que hace nuestra pequeña dosis de buena voluntad. Es una manera de orar pidiendo la ayuda del Espíritu Santo de modo que compartamos Su percepción del mundo en lugar de la nuestra.

No hay que decirle al Espíritu Santo hacia donde debe extender Su milagro o Su amor en el mundo. Todo lo que se necesita es que nos quitemos de en medio, que es lo que hace el perdón, de modo que Él pueda entonces obrar a través de nosotros y utilizarnos como Sus instrumentos. El folleto El canto de la oración usa una analogía de la oración como una escalera, y el peldaño superior de ésta es lo que podríamos llamar oración mística, o la oración como una experiencia de comunión con Dios. Todos los peldaños inferiores son pasos hacia esa experiencia. Comienza con la idea de orar para pedir cosas o de orar por otras personas, y progresar por medio de esto, hasta reconocer que no oramos por los demás; en realidad oramos por nosotros mismos. Pero, casi siempre, cuando el Curso utiliza la palabra "oración," lo hace en la misma forma que las religiones tradicionales la han usado -como el orar para pedir cosas- y, obviamente, éste tiene una opinión distinta al respecto.

Sin embargo, cuando habla acerca de la oración, refleja ese peldaño superior de la escalera, que podría ser una experiencia de haberse unido con Dios a través del Espíritu Santo. En ese sentido, pues, la oración se convierte en el "vehículo de los milagros." El alinear nuestras voluntades con la de Jesús o el Espíritu Santo es lo que permite que Su milagro obre a través de nosotros.

Básicamente, Un curso de milagros habla acerca de la revelación en este primer capítulo únicamente, y lo hace al referirse a la oración como un "medio de comunicación entre lo creado y el Creador." El Curso establece una diferencia entre la revelación y el milagro -la revelación es una experiencia temporaria de unidad con Dios, la cual no constituye la meta del Curso. Es por eso que no la discute posteriormente. La revelación se contrasta con el milagro, la experiencia de unión con el Espíritu Santo que consecuentemente nos une con todos los demás. "La revelación te une directamente a Dios. Los milagros te unen directamente a tu hermano" (T-1.II.1:5-6). Si una persona tiene una experiencia reveladora, santo y bueno, pero ese no es el centro de interés del Curso.

"Por medio de la oración se recibe amor, y por medio de los milagros se expresa amor." Lo que se discute aquí es la experiencia de sentir el Amor de Dios y de permitir luego que el Espíritu Santo tome ese Amor y lo extienda por medio de nosotros. El propósito de esto, por consiguiente, es permitir que se nos purifique de cualesquiera de las cosas que pudieran impedir que el Espíritu Santo nos utilice como canales de Su Amor.

Kenneth Wapnick

jueves, 6 de enero de 2011

La inmutabilidad de la mente

"El verdadero aprendizaje es constante, y tan vital en su poder de producir cambios que un Hijo de Dios puede reconocer su propio poder en un instante y cambiar el mundo en el siguiente. Ello se debe a que al cambiar de mentalidad, produce un cambio en el instrumento más poderoso que jamás se le haya dado para cambiar. Esto no contradice en modo alguno la inmutabilidad de la mente tal como Dios la creó, pero mientras sigas aprendiendo a través del ego creerás que has efectuado un cambio en ella. Esto te pone en una situación en la que tienes que aprender una lección aparentemente contradictoria: tienes que aprender a cambiar de mentalidad con respecto a tu mente. Sólo así puedes aprender que tu mente es inmutable."

UCDM T7.V/7

Los milagros son hábitos

Los milagros son hábitos, y deben ser involuntarios. No deben controlarse conscientemente. Los milagros seleccionados conscientemente pueden proceder de un falso asesoramiento.

5º principio de los milagros.
UCDM



Básicamente, esto significa que el propósito de Un curso en milagros es apartarnos continuamente de nuestra forma de resolver los problemas. Una de las cosas que hacemos es atacar el problema; definimos algo de cierta manera y luego tenemos respuestas para ello. Siempre estamos ocupados en eso. Todo el proceso del Curso es adiestrarnos en una forma completamente distinta de percibir los problemas y ayudarnos a que ésta se convierta en nuestra reacción inmediata. En otras palabras, por ejemplo, si estamos en una situación y alguien hace algo y de repente comenzamos a sentirnos perturbados o con ira, más y más debe convertirse en hábito que inmediatamente nos miremos introspectivamente y pidamos ayuda para cambiar nuestra percepción de esta persona o de esta situación.



Eso es lo que quiere decir el Curso cuando afirma que el milagro debe ser "involuntario," que no somos nosotros quienes lo hacemos. Una de las ideas claves en Un curso en milagros que lo distingue de muchos sistemas de la Nueva Era, que tienen varias ideas similares, es que el Curso hace bien claro que no podemos lograr esto por nuestra cuenta. Escogemos los milagros, pero no somos nosotros quienes los realizamos. No pueden hacerse sin la ayuda del Espíritu Santo. Ese es el significado de "involuntario" y de que "(los milagros) no deben controlarse conscientemente." En el Capítulo 2 del texto, Jesús habla sobre la diferencia entre su dirección y su control (T-2.VI.1:3-8; 2:7-10). Nos dice que debemos entregarle todos nuestros pensamientos de miedo, nuestros pensamientos de separación, de modo que él pueda controlarlos por nosotros; entonces podrá guiarnos. Pero, repito, no debemos tratar de hacer esto por nuestra cuenta. Nosotros no estamos a cargo -él sí lo está. Nuestra meta es sanarnos lo suficientemente de modo que Jesús piense, hable y actúe a través de nosotros.


Además, el Curso no quiere decir que no tendremos problemas en el mundo, o lo que creemos que son problemas. Lo que sí significa es que podremos verlos en forma diferente. Nuestra respuesta habitual debe ser: ¿Qué puedo aprender de esto? Lo que sucede con el tiempo es que nuestro período de reacción se hace más corto en términos de cuánto nos toma corregir nuestras percepciones sobre lo que creíamos que nos perturbaba.

Kenneth Wapnick

miércoles, 5 de enero de 2011

Solo el sanador no sanado intentaría sanar por dinero


  Nadie puede pagar por la terapia, porque la curación es de Dios y El no pide nada. Es, sin embargo, parte de Su plan, que todo en este mundo sea utilizado por el Espíritu Santo para ayudar a llevar a cabo el plan. Incluso un terapeuta avanzado tiene ciertas necesidades terrenas mientras que permanece aquí. Si necesita dinero, le será dado, no como pago, sino para ayudarle a servir mejor los propósitos del plan. El dinero no es el mal; no es nada. Pero nadie aquí puede vivir sin ilusiones, ya que aun hay que pugnar por que todo el mundo acepte la última ilusión en todas partes. Tiene un gran peso en lo que se refiere a este propósito, para el cual vino aquí. Permanece aquí solo para esto. Y mientras permanezca aquí todo lo que necesite durante su estancia le será otorgado.

  Solo el sanador no sanado intentaría sanar por dinero. Y no tendrá éxito en la misma medida en que valore ese dinero. Tampoco encontrará su curación en el proceso. Habrá algunos a los que el Espíritu Santo pedirá un pago por Su Propósito. Habrá otros a los que El no pedirá nada. No será nunca el terapeuta el que tome esas decisiones. Hay una diferencia entre pago y costo. Dar dinero donde el plan de Dios rige, no tiene coste alguno. Retenerlo o impedir que llegue a donde pertenece por derecho tiene un coste enorme. El terapeuta que hiciera esto perdería tal nombre, porque nunca comprendería lo que es la curación. No lo puede dar, por lo tanto no lo puede tener.

  Los terapeutas de este mundo no tienen en realidad ninguna utilidad para la salvación del mundo. Piden y por lo tanto no pueden recibir. Los pacientes solamente pagan por un intercambio de ilusiones. Esto, si que exige un pago, y su coste es enorme. Una relación "comprada" no puede ofrecer el único regalo donde toda curación es alcanzable. El perdón, el único sueño del Espíritu Santo, no puede tener coste. Porque, si lo tiene, lo único que hace es crucificar al Hijo de Dios de nuevo. ¿Podría ser esta la manera como ha de ser perdonado?. ¿Es esta la forma en que el sueño de pecado terminará?.

  El derecho a la vida es algo por lo que nadie tiene que luchar. Se le prometió y esta garantizado por Dios. En consecuencia, es un derecho que el terapeuta y el paciente comparten totalmente. Si su relación ha de ser santa, lo que uno necesita, el otro se lo da, de lo que uno carece, el otro provee. Es ahí donde la relación se torna santa, porque es ahí donde ambos son sanados. El terapeuta paga al paciente con su gratitud, y el paciente responde con la suya. No hay coste alguno para ambos. Pero ambos se hacen acreedores de un inmenso agradecimiento, por la liberación de un cautiverio y por el fin de la duda. ¿Quien podría no estar agradecido por un regalo tal?. Aún mas, ¿quien podría imaginar que algo así pudiese ser comprado?.

  Se ha dicho claramente que a quien necesite le será dado. Porque tiene, puede dar. Y porque da, recibirá. Esta es la ley de Dios y no la del mundo. Por lo tanto es la de los sanadores de Dios. Dan porque ellos han oído Su Mundo y lo han comprendido. Así, todo lo que necesiten les será dado. Pero perderían toda su comprensión si por un momento olvidasen que todo lo que tienen procede de Dios. Si creen que necesitan algo de un hermano, ya no podrán reconocerlo como tal por más tiempo. Y si hacen esto, hasta en el mismo Cielo se apaga una luz. Donde un Hijo de Dios se vuelve contra si-mismo, solamente puede encontrar obscuridad. Se ha negado la luz a él mismo, y no puede ver.

  Una regla debe ser siempre observada: nadie debe ser rehusado por no poder pagar. Nadie es enviado a alguien por accidente. Todas las relaciones tienen siempre un propósito. No importa lo que hayan sido antes de la llegada del Espíritu Santo, siempre son Su templo potencial; el lugar de descanso de Cristo, y el hogar de Dios Mismo. Quienquiera que venga ha sido enviado. Quizás fue enviado para proporcionarle a su hermano el dinero que necesitaba. Ambos serán bendecidos ahí mismo. A lo mejor, fue enviado para enseñar al terapeuta cuanto necesitaba el perdón, y cuan poco valioso es el dinero en comparación. De nuevo ambos serán bendecidos. Solamente en términos de coste podría tener uno más que otro. Al compartir, todos ganan una bendición sin coste alguno.

  Esta visión del pago puede resultar poco práctica, y a los ojos del mundo lo será. Pero en verdad ni un solo pensamiento mundano es realmente práctico. ¿Cuanto se puede obtener por luchar por las ilusiones?. ¿Cuanto se pierde cuando se abandona a Dios?. ¿Y es acaso posible hacer esto?. Ciertamente no es práctico pelear por nada, ni tampoco lo es intentar lo imposible. Por lo tanto, parémonos un instante, lo suficientemente largo para pensar esto: Quizás has estado buscando la salvación sin saber donde hacerlo. No importa quien te pida ayuda, él o ella pueden enseñarte donde buscarla. ¿Que mayor regalo que este se te podría ofrecer?. ¿Que mayor regalo podrías tu ofrecer?.

  Los médicos, sanadores, terapeutas, maestros, se sanan a si mismos. Muchos vendrán a ti portando el don de la curación, si te decides por ella. El Espíritu Santo nunca rehusará una invitación para entrar y permanecer junto a ti. Te dará oportunidades sin fin para que abras la puerta a la salvación, porque esa es Su función. Te dirá también, cual es exactamente tu función, en todas y cada una de tus circunstancias, y en todo momento. Cualquiera que El te envíe te hallará, y le ofrecerá su mano a su Amigo. Permite al Cristo en ti invitarle a entrar, porque, ese mismo Cristo, es en él igual que en ti. Niégale la entrada, y se la habrás negado al Cristo en ti. Recuerda la triste historia del mundo, y las alegres noticias de la salvación. Recuerda el plan de Dios para la restauración de la dicha y la paz. Y nunca olvides cuan simples son los caminos de Dios:


Estabas perdido en la obscuridad del mundo 
hasta que pediste luz.
Y entonces Dios te envió a Su Hijo para dártela.


"La cuestión de los honorarios"
 Manual de psicoterapia de UCDM


¿Psicoanálisis o perdón?

Al aprender los entresijos del ego en un manual espiritual tan poderoso como UCDM nos volvemos unos psicólogos geniales. Y al estilo del Dr. House podemos confrontar a todo el mundo con argumentos irrebatibles. Cierto, la mayoría de las veces damos en la diana y analizamos los motivos del ego con una destreza que nos da un sentido irrefutable de conocer muy bien al otro. Los demás nos miran asombrados pero desconfiados. Lo que no vemos es que nuestro ego queda intacto tras las barreras arquitectónicas de su inteligencia. El ego se siente a salvo dentro de su campana de cristal: te rebota y te explota! ;)

He visto como pasaba esto en multitud de maestros espirituales, en la mayoría de las personas que empezaban a entender como funciona el ego; he podido constatar como mi propio carácter se endurecía con una aparente intransigencia e intolerancia a "los egos de los demás". Al aprender a discriminar al ego del amor, uno ve al ego por todas partes porque se ve a sí mismo reflejado en todo el mundo! Pero el aprendizaje no debe quedar en este fase crítica, debe trascenderse al comprender que lo que uno percibe forma parte de su sistema de interpretación. Perdonar es lo que llama el Curso a liberarnos de nuestras conclusiones y de nuestras soluciones personales. Pasar por alto el ego para poder ver el espíritu iluminando cada alma humana.

La intolerancia al "mundo" y las personas es una justificación perfecta para aislarse y rodearse de aquellos que te dan la razón o piensan como tú. Tenemos el riesgo de querer ser ermitaños  o dedicarnos a dar cursos de  nueva era porque "ya no nos satisface hacer cosas en el mundo". Esta pretensión  puede llevarte desde ser una persona que sabe todo lo que  le pasa a los demás (e incluso a uno mismo), hasta llegar a convertirse en un maestro de las justificaciones espirituales por creer tener  un conocimiento exacto de cada situación y persona. Todo menos ser responsables de que todo lo que percibimos es parte de nuestra relación con nosotros mismos.

El camino de la maestría de la visión espiritual, no tiene nada que ver con convertirse en un psicólogo fantástico. Al contrario. Uno puede ver o no las intenciones ocultas del ego, pero reconoce que todos los motivos del ego son el mismo y no los diferencia en absoluto. Ser un maestro significa confiar en la Guia Interna que no deja a nadie desamparado de Su Conocimiento. No significa tener el privilegio de un conocimiento para poder aleccionar a los demás. Significa que cuando alguien viene a ti en busca de ayuda es porque tú tienes el mismo problema, porque el único problema que existe es la sensación de estar separado de Dios.


Tú no te puedes corregir a ti mismo. ¿Cómo ibas a poder entonces corregir a otro? Puedes, no obstante, verlo verdaderamente, puesto que te es posible verte a ti mismo verdaderamente. Tu función no es cambiar a tu hermano, sino simplemente aceptarlo tal como es. Sus errores no proceden de la verdad que mora en él, y sólo lo que es verdad en él es verdad en ti. Sus errores no pueden cambiar esto, ni tener efecto alguno sobre la verdad que mora en ti. Percibir errores en alguien, y reaccionar ante ellos como si fueran reales, es hacer que sean reales para ti. No podrás evitar pagar las consecuencias de esto, no porque se te vaya a castigar, sino porque estarás siguiendo al guía equivocado, y, por lo tanto, te extraviarás.

Cap 9. UCDM




Nunca estoy disgustado por la razón que creo.

 "Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de perdón" (L-pl.193.4:1). Traducido, quiere decir que es cierto que todas las angustias o problemas no aparentan ser lo que realmente son. Creemos que la angustia proviene de todos los diversos tipos de problemas que creemos tener, pero lo que realmente sucede es que el ego ha lanzado una cortina de humo para que no nos percatemos de que cada angustia que experimentamos procede de la ausencia de perdón o de la creencia de que estamos separados. Podemos entender que la solución a cualquier angustia y a cualquier problema en nuestro mundo -bien sea nuestro mundo personal o el mundo en general- sería unirnos y curarnos a través del perdón.

Kenneth Wapnick
 


Se te dirá todo lo que necesites saber.

Todos los milagros significan vida, y Dios es el Dador de la vida. Su Voz te guiará muy concretamente. Se te dirá todo lo que necesites saber.

Esta es otra manera de decir que los milagros proceden del amor. Reflejan el amor del Cielo, y obviamente también reflejan la vida del Cielo, la cual no tiene nada que ver con lo que llamamos vida, que es la vida del cuerpo, o la vida de la personalidad, todo lo cual es realmente una parte del cuerpo. La verdadera vida proviene de Dios, y esa es la vida del espíritu el cual es inmortal y eterno. El milagro es lo que nos conduce de regreso a Dios.
"Su Voz", que es una de las definiciones que el Curso da del Espíritu Santo, "te guiará muy concretamente. Se te dirá todo lo que necesites saber." Una de las preguntas más comunes que hace la gente es: Si el Curso afirma que se te dirá muy específicamente, ¿por qué yo no oigo respuestas específicas?" Estoy seguro de que todo el mundo se hace esa pregunta y tiene ese problema. Uno de los obstáculos para escuchar las cosas que el Espíritu Santo nos diría es que exigimos oírlas. Muchas veces las preguntas que le hacemos al Espíritu Santo no son realmente preguntas; son afirmaciones. Fabricamos un problema y luego exigimos que Él nos dé la respuesta, lo cual es, por supuesto, otra expresión de la arrogancia del ego al creerse que sabe cuáles son los problemas, y también cuáles son las respuestas. Pero muy a menudo cuando le pedimos ayuda a Dios u oramos pidiendo ayuda, lo que hacemos es plantear el problema como lo vemos nosotros y luego Le pedimos que nos lo resuelva y, por supuesto, cuando no lo resuelve, creemos tener un caso cerrado en contra de Él: "Dices que vas a contestarme muy concretamente, y aquí estoy. Soy tan honrado y tan serio y devoto y fiel y no oigo nada." Lo que hemos hecho, en realidad, sin percatarnos de ello, es cerrar la puerta. No es que el Espíritu Santo no nos hable, es que no podemos escucharlo.

P: ¿Es así porque en nuestras mentes queremos que nos contesten la oración a nuestro modo?
R: Cierto. En un lugar, el Curso habla de que al ego le da una rabieta y grita: "¡Quiero que las cosas sean así!" (T-18.II.4:1). Lo hacemos de niños, pero también lo hacemos de adultos. "Así es cómo lo quiero." Recuerdo que a veces Helen solía reclamarle a Jesús y le decía: "¡Esto no es negociable!" Nunca funcionó bien para ella. No lo intenten. Además, recuerden que cuando el Curso dice que el Espíritu Santo nos dirá todo lo que necesitemos saber, es porque Él conoce mejor que nosotros lo que necesitamos saber.

P: ¿No es eso cierto también en el sentido de que consciente o subconscientemente no sólo esperamos cierta clase de respuesta, sino que también definimos el problema?
R: Sí, eso es lo que quiero decir. Fabricamos un problema y luego exigimos una respuesta al mismo. El problema consiste en que estamos diciendo: "Este es mi problema," en vez de admitir básicamente, "No estoy en paz, por favor ayúdame a estar en paz." La verdadera causa de no estar en paz es que abrigamos algo en contra de alguien. Hay una ausencia básica de perdón en nosotros, así que la solución ha de venir siempre en la forma de algún aspecto del perdón, de alguna unión con alguien. No importa si es en un nivel de conducta o de pensamiento. Recuerden de nuevo, la clave es reconocer que cada problema que creemos tener en el mundo nos indica una falta de perdón.

Kenneth Wapnick

El período de Deshacimiento

 
Durante este período, cambios comienzan a ocurrir en nuestra vida en preparación para desatarnos psicológicamente a lo que valoramos como importante. Un Curso de Milagros me recuerda: "Durante este periodo parece como si nos estuviesen quitando las cosas, y raramente se comprende en un principio que estamos simplemente reconociendo su falta de valor." M-4.IA3: 3 Debido a que nada de este mundo tiene valor puesto que todo es una ilusión, cuando empezamos a perder, o mejor dicho, forzados a desatarnos de lo que consideramos valioso o importante, ya que aún no hemos reconocido el hecho de que carecen de valor alguno, experimentamos muchísimo dolor. No porque la experiencia sea dolorosa, sino debido a nuestra falta de confianza en lo que realmente está sucediendo. El Curso dice entonces: "¿De que otro modo se iba a poder percibir lo que no tiene valor, a no ser que el perceptor estuviese en una posición desde la que no puede sino ver las cosas de otra manera?" M-4.IA3: 4

En otras palabras, mientras te estás aferrando a una ilusión, no eres capaz de percibir la falta de valor que la misma tiene. Pero una vez que la dejas ir, o te encuentras forzado a dejarla ir, desde ese punto de vista diferente puedes ver la falta de importancia que la misma tenía.

A través de ese tipo de desprendimiento completo te das cuenta de que todo el dolor y el sufrimiento que experimentaste al aferrarte a lo que no querías dejar no era necesario. Te pido por favor que no confundas lo que acabo de decir con el viejo dicho que dice: "El tiempo lo cura todo." El tiempo no cura nada, sólo esconde la culpabilidad hasta que se presente una oportunidad para proyectarla nuevamente en forma diferente.

Esa culpabilidad inconsciente sanará en proporción directa a tu disposición de entregarle tus pensamientos al Espíritu Santo. En otras palabras, si estas dispuesto(a) a entregárselo todo al Espíritu Santo hoy, sanas hoy, si se lo entregas mañana, sanarás mañana, si se lo entregas a través de un millón de reencarnaciones, sanaras en un millón de reencarnaciones. Es tu decisión.

martes, 4 de enero de 2011

lunes, 3 de enero de 2011

No entiendo lo que percibo

Que maestros tan pésimos somos cuando analizamos las reacciones de los demás según nuestras  propias interpretaciones.  Nos quedamos sin ayuda porque no pedimos Ayuda al Maestro de la Verdad para poder comprender.



“Analizar los motivos del ego es algo muy complicado, muy confuso y nunca se hace sin la participación de tu propio ego. Todo el proceso no es sino un intento inequívoco de demostrar que tienes la capacidad de comprender lo que percibes. Esto lo prueba el hecho de que reaccionas ante tus interpretaciones como si fuesen correctas."  

Cap 12. UCDM