miércoles, 14 de diciembre de 2011

Yo soy la causa del mundo que veo



Amar es incluir, es reconocer que el otro no está fuera de ti.  Si no lo incluyes, lo  estás negando.  La negación puede tomar muchas formas, pero básicamente da lugar a la culpa y al miedo.
La proyección es el mecanismo de defensa del ego para no sentir la culpa y el miedo. La culpa a veces es amortiguada por nuestros mecanismos de defensa, pero no resuelta. Hay que reconocer el mecanismo de defensa del ego para hallar la causa (el pensamiento) de la proyección. Hay que ir a la raíz de la culpa, teniendo en cuenta la conciencia colectiva, para poder sanarla (existe la culpa personal y la culpa sistémica, de la conciencia colectiva de tu grupo). La mente cree que a través de la culpa vas a expiar.
Hay un ego que es la personalidad individual. Pero compartimos un ego colectivo (conciencia colectiva del grupo al que perteneces) que te hará sentir inocente o culpable.  La proyección proviene de un movimiento mucho más amplio que tu persona, y tu diseño personal lo expresará de una forma determinada. El trabajo radica en reconocer y observar tus mecanismos de defensa, y conectar con lo que estás sintiendo realmente.  Traspasar el límite de la culpa es lo que te hace crecer. Los límites te hacen sentir seguro, pero si no los traspasas no creces ni asciendes en la conciencia.
Liberarse de las leyes del mundo implica un perdón profundo, hay que hacer un trabajo de honestidad radical.  Este entrenamiento es para trascender nuestra condición humana (no sólo las condiciones individuales/personales).  
La causa de la percepción eres tú. El mundo es un efecto de tu mente. Primero hay que reconocer la causa del mundo que ves (es un pensamiento de ataque, y para reconocerlo hay que ver el mecanismo de defensa); luego abandonarla, y  el Espíritu Santo hace el tercer paso. La responsabilidad de nuestra experiencia es nuestra. Si no reconocemos esto siempre estaremos en el primero de los dos pasos que nos corresponden a nosotros. No se necesita total disposición, pero sí ver que necesitamos ayuda para reconocer que un pensamiento es la causa y abandonar ese pensamiento.  
Sólo puedes recibir solución en la medida en que estás abierto al amor, y dispuesto a rendirte y ver que no tienes más necesidad de esto. El perdón permite la integración. Tú no perdonas, se perdona a través de ti.



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