sábado, 2 de julio de 2011

El Nombre de Dios

Esta es una leccion que parte de una idea que se conoce en varios caminos misticos: encontrar el Nombre de Dios es conocer su realidad. Esto nos lleva de nuevo a la dimension espiritual del alma, q no es una conciencia q no se pueda alcanzar por la via racional. Buscar Su Nombre, es buscar la misma esencia inmutable y permanente en todos los pensamientos. Es un no-hacer para la mente q alcanza un estado no-mental por la inspiracion del espiritu santo.


El nombre de Dios no es una palabra, pero es Su Palabra. Los sufies describen esta busqueda de un modo muy bello, porque conecta con la poesia y el cuento de tradicion espiritual. Uno busca el nombre de Dios en todas las cosas: en la comida, en el paisaje, en los ojos del hombre; y en la naturaleza aparente de todas las cosas halla una puerta  a la divinidad. Y en cada accion se busca el centro de la naturaleza divina tambien: en la meditacion, en la danza, en el caminar. Y en esta busqueda, el caminante descubre q el camino y el caminar son lo mismo. Que el observador y lo observado son uno. Nos fundimos con el mundo de la percepcion, y mas alla de el, conocemos el Nombre de Dios. Porque por la fuerza de su Voz, hemos creado el universo. Ahora recorremos el camino a la inversa: omitimos lo aparente para descubrir lo esencial.

Invoco el Nombre de Dios y el mío propio.

El Nombre de Dios es sagrado, pero no es más sagrado que el tuyo. Invocar Su Nombre es invocar el tuyo. Un padre le da su nombre a su hijo y, de este modo, identifica a su hijo con él. Sus hermanos comparten su nombre y, así, están unidos por un vinculo en el que encuentran su identidad. El Nombre de tu Padre te recuerda quién eres incluso en un mundo que no lo sabe, e incluso cuando tú mismo no lo has recordado.

El Nombre de Dios no puede ser oído sin que suscite una respuesta, ni pronunciado sin que produzca un eco en la mente que te exhorta a recordar. Di Su Nombre, y estarás invitando a los ángeles a que rodeen el lugar en el que te encuentras, a cantarte según despliegan sus alas para mantenerte a salvo y a protegerte de cualquier pensamiento mundano que quisiera mancillar tu santidad.

Repite el Nombre de Dios, y el mundo entero responderá abandonando las ilusiones. Todo sueño que el mundo tenga en gran estima de repente desaparecerá, y allí donde parecía encontrarse hallarás una estrella: un milagro de gracia. Los enfermos se levantarán, curados ya de sus pensamientos enfermizos. Los ciegos podrán ver y los sordos oír. Los afligidos abandonarán su duelo, y sus lágrimas de dolor se secarán cuando la risa de felicidad venga a bendecir al mundo.

1 comentario:

  1. Gracias por la introducción que ha sido sumamente aclaratoria para mi.
    Cuando te has criado en el cristianismo pero como yo te referencias en una espiritualidad no cristiana es complicado oír hablar del Nombre de Dios y no personificarlo.
    Ahora puedo entender la enorme quietud que ha surgido en mi al leer esta lección hoy.
    Gracias de nuevo
    ana

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